Irma Arellán: Una conexión inesperada
Cada día que pasa, soy más consciente de que una de las decisiones de vida más importantes, siempre será mudarte de tu casa de infancia, en donde has crecido y tienes los mejores recuerdos.
Lo digo y lo mantengo ahora más. Hace cinco años, di ese paso, sin siquiera imaginarme cómo podría ser o qué me esperaba y -para variar- le sumé a esa ida, otro país, otra gente, otro idioma, otra cultura. Otro mundo que está completamente alejado de lo que ya conocía, sin saberlo en aquel entonces, el reto más grande que aún sigo asumiendo.
Al principio, no pensé encontrar ni rastros de español por estos remotos lados. Sorpresivamente, la curiosidad de la mayoría de las personas que –con mucho respeto- me preguntan de dónde soy o que idioma hablo, me ha llevado a emocionarme cada vez más por sus reacciones al escuchar que el español es mi lengua nativa. Y es que, casi de inmediato, la respuesta es: “Eu știu un pic de spaniolă” (Yo sé un poco de español); entonces a mi me empiezan a brillar los ojos de felicidad hasta que todo se convierte en risas encantadoras luego de que me explican que lo que saben es gracias a las telenovelas que veían de niños con sus abuelas, madres o tías.
Sí, exactamente, a las telenovelas. Se dan cuenta de que cada quien vive en su mundo y que, a veces ni siquiera nos imaginamos que repercusión tienen las cosas. Sinceramente, no soy apasionada de las telenovelas pero siendo parte de una cultura ‘telenovelera’, es evidente que he visto unas cuantas, y es que va más allá de eso. Comienza a ser bonito escucharlo, por todo el contexto y el peso cultural que conlleva, si supieran entonces que nuestros países en algún momento han sido capaces de “detenerse” a cierta hora solo porque comienza un capítulo nuevo de alguna renombrada novela.
En Venezuela, de donde soy, así llegué a vivirlo. Y qué cosas tiene la vida, ahora tengo la oportunidad de enseñar español, de saber cuál de esos conocimientos trascendieron y creo que es el papel más hermoso con el que puedo demostrar y representar de dónde soy y de donde somos.
Magnuschool me abrió las puertas para este nuevo reto, el que quiero aprovechar al máximo, con el que deseo de todo corazón que cada estudiante que pase por mi salón de clases se vaya no sólo con el aprendizaje de una nueva lengua, sino con lo que significa desde el alma, ¡hablar español!